— Luna de Marzo —
Luna de gusano, el silencio lo envuelve todo.
Mientras anochece los lobos se percatan de que no se escucha nada, no hay ruidos en todo el bosque, ni en sus campamentos se escucha el eterno crepitar de la hoguera. No, el silencio no reinaba en sus hogares, estaban sordos, intentan hablar y la voz no sale de sus gargantas, intentan ir en ayuda de los otros y su vista se oscurece. Quedan sordos, mudos y ciegos en minutos.
Sus únicos sentidos son el olfato, inundado por el olor a tierra mojada. Su tacto estaba volviendolos locos, sentían bajo la piel cómo algo se movía, cómo lo inundaba todo y buscaba salir. No daban a basto para rascar la horrible picazón que sentían, no podían aliviar la angustia que les atenazaba. Un espeluznante pitido fue lo que empezaron a oír, un pitido que se metió en sus entrañas y les hizo temblar y aullar en silencio de dolor.
La luna llegó a su auge y con ella la ya conocida transformación, más nada cambio seguían sordos, mudos, ciegos y sólo olían a tierra mojada. Lo peor eran las larvas que sentían bajo la piel. Los lobos usaron cuanto tenían para acabar con aquella tortura, no podían reconocerse, moverse siquiera más que para morder y rascar su piel.
El alba trae consigo el final de todo, vuelven a oír, a recuperar la voz, a ver y lo mejor de todo las larvas ya no estaban bajo sus pieles.

