— Samhein —
"Los antiguos creían que durante la noche de Halloween, la barrera que conecta el mundo de los vivos y los muertos se debilitaba tanto que los mencionados tenían la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Y no se equivocaban."
Era la noche del 31 de octubre y la luna de Halloween brillaba en lo alto, al mismo tiempo que cada uno de nuestros personajes salió de La Dulce Muerte para regresar a sus respectivos hogares. Siendo algunos más terroríficos que otros, pronto a todos les recorrió un escalofrío. Algo estaba pasando, algo extraño... Había que volver a casa.
Los licántropos, vampiros y magos que no acudieron a la fiesta también fueron invadidos por el mismo sentimiento, aunque algo más angustioso. Nadie supo el motivo, pero era una emoción desconocida, unos pensamientos invasivos como una sombra que nublaba vuestra mente. La mejor decisión fue irse a dormir. ¿O tal vez no? Entonces, cuando nuestras criaturas cayeron en un profundo sueño, pudieron darse cuenta de que aquella noche iba a ser muy pero que muy larga.
Despertaron, pues, cada cual en su particular mundo de pesadillas. Aunque todos los lugares compartían el hecho de que la temperatura era asombrosamente baja.
Nunca, ni siquiera en luna de hielo, habíais tenido tantísimo frío. Al hablar, de vuestras bocas escaparon una suave nube de vaho y al andar, vuestros músculos parecieron estar agarrotados.
La eterna oscuridad había caído sobre vuestros mundos, trayendo consigo sentimientos de angustia y desesperanza. Al salir de vuestra zona de confort, a duras penas, os distéis cuenta de lo que realmente pasaba: vuestros miedos se habían personificado; vuestros complejos, oscuros secretos y amargas torturas habían tomado forma para volver a atormentaros, surgiendo de la tierra y de las copas de los árboles, acechando por los pasillos de vuestros hogares, escondidos en las hogueras que ya jamás podrían otorgaros la paz y el calor de antaño.
Los monstruos habían vuelto, como boggarts a los cuales no se les puede vencer con un simple hechizo. Y así empezó este juego macabro, en el que el bosque y el pueblo se convirtió en un campo de batalla mientras vuestros temores os perseguían con el objetivo de destruiros en ese mundo onírico, donde más frágil es vuestra alma. Estáis completamente solos frente a vuestras pesadillas, a las que debéis enfrentar tarde o temprano.
Cuando huir ya no sirve de nada, la única opción será luchar contra él las sombras que os intentan dar caza e intenta ganar la batalla contra el miedo.
Una vez acabado todo, os despertareis o seréis despertados entre sollozos.
Doloridos, exhaustos y con la sensación de que vuestros sueños han sido reales, ahora os tocará enfrentaros a algo peor que unos cuantos malos sueños: la vida.